I.
MIRAR EL PASADO
La
pesca es una actividad que permanece hasta nuestros días como una
ventana abierta por donde podemos observar los inicios de la
humanidad. Con una cámara fotográfica, y sobretodo tiempo para
recorrer los áridos caminos y explorar los recovecos marinos de la
media península de Baja California, Alejandro Rivas se ha convertido
en testigo de la vida de las comunidades pesqueras cuyos miembros
evocan el tesón humano por sobrevivir en un entorno natural agreste.
Experimentada
por los primeros seres humanos, en el África subsahariana, la
variedad de arpones, ganchos y puntas afiladas de piedra y hueso que
pueden ser encontrados en la arena del desierto son vestigios que
evocan los tiempos, anteriores a la última glaciación, en los que
la región fue un inmenso y rico lago.
Ya
no en un lugar tan distante, sino en las islas de lo que hoy es el
Golfo de California hace unos ocho mil años, como fue el caso de la
Isla Espirítu Santo, sus habitantes prehistóricos practicaron la
pesca y para ello elaboraron anzuelos de madreperla y lanzas
puntiagudas que les sirvieron para alimentarse de peces como el
jurel,
el perico
y el atún1.
La pesca, además de cubrir las necesidades alimenticias de los
antiguos californios también, como en el caso de otras sociedades
cazadoras recolectoras, formó parte del desarrollo de la vida
social, política y espiritual de sus comunidades2.
Sin
embargo, a finales del siglo XVIII debido a la conquista española,
los primeros californios fueron diezmados y la
transmisión de su sabiduría pesquera se detuvo.
Bajo esta situación, los actuales habitantes del sur peninsular o
neo californios que inmigraron a la entidad años más tarde,
trajeron consigo o asimilaron técnicas de pesca de otras regiones
del país y del mundo.
Para
los neo californios la actividad pesquera fue complementaria a la
ganadería y agricultura de subsistencia que practicaban en las
rancherías, por eso no es de extrañar que los integrantes de las
comunidades pesqueras más antiguas de la media península de Baja
California Sur, ya sea de las costas del Océano Pacífico o de las
costas del Golfo de California, también estén vinculados a estas
actividades primarias.
A
lo largo de los siglos XIX y XX los incipientes poblamientos
pesqueros lograron conformar comunidades con dinámicas sociales y
culturales propias a la par del desarrollo de la moderna sociedad
sudcaliforniana. Ésta ahora les impone dos retos de mayor
importancia que trastocan
la manera en que se ha realizado la actividad pesquera
y con ello, la forma en que los pescadores conciben el mundo.
El
primero tiene que ver con el freno a la sobreexplotación de la
naturaleza marina, que exige una reducción del esfuerzo pesquero en
aras de la sustentabilidad; mientras que el segundo, causado por el
avance del sector inmobiliario hacia las costas, les obliga a
abandonar los territorios de playa donde se han asentado por
generaciones.
Las
fotografías de Alejandro Rivas nos muestran precisamente estas
adaptaciones, y los desafíos, de los hombres y las mujeres
encargados/as de la pesca sudcaliforniana, creando con su lente el
tejido bajo el cual nos cautiva Tendiendo
Redes.
II.
MARES PRÓSPEROS
La
Península de Baja California está rodeada por dos cuerpos de agua
que la proveen de una diversidad y abundancia de especies marinas
increíbles. El más grande de todos los océanos, el Pacífico,
baña con aguas templadas y frías sus costas occidentales mientras
que la costa oriental se sumerge en las cálidas aguas del Golfo de
California, también llamado “Acuario del Mundo” por el biólogo
marino francés Jacques-Yves Cousteau, quien lo consideró un
laboratorio para el estudio de la vida marina3.
Esta
riqueza marina ha sido determinante para que la región noroeste de
México, que incluye a los estados de Baja California, Baja
California Sur, Sonora y Sinaloa, sea la de mayor productividad
pesquera del país aportando hasta el 66% de la captura nacional, es
decir unas 900 mil toneladas4.
Hablando
solamente sobre la captura regional, cerca del 80%, se conforma por
la pesca industrial de pelágicos menores (sardina, anchoveta,
macarela y arenque) así como atún, camarón y calamar; mientras que
el restante 20% es resultado de la pesca artesanal de langosta,
abulón, caracol, almeja, callo de hacha, ostión, pepino de mar,
jaiba, mero y huachinango5,
por mencionar tan solo algunas especies.
III.
HISTORIA DE LA PESCA
El
desarrollo de la pesca moderna sudcaliforniana difícilmente puede
ser explicado sin mencionar los casos de las zonas Pacífico-Norte y
Bahía de La Paz por ser lugares donde se introdujeron diferentes
técnicas para pescar, porque sus aprovechamientos pesqueros son
distintos y también porque lograron florecer como comunidades de
pescadores hasta la actualidad.
a.
Aprovechamiento extranjero
El
investigador José Manuel Green Olachea señala que durante el siglo
XIX en México los beneficios del aprovechamiento pesquero fueron
principalmente para extranjeros pues la inestabilidad política por
la que atravesaba el país, con regulaciones y vigilancia escasas,
hizo posible el saqueo de especies marinas. Además, durante el
Porfiriato, se privilegió la entrega de concesiones de explotación
a compañías foráneas6.
En cuanto al escaso volumen de consumo nacional en aquél entonces,
debido a dificultades para conservar y distribuir los productos, se
caracterizó por ser artesanal, de consumo local y doméstico.
En
el Océano Pacífico los norteamericanos se dedicaron principalmente
a la caza de ballenas y otros mamíferos como las nutrias y los lobos
marinos; mientras que la langosta y el abulón fueron explotados por
chinos, japoneses, italianos e ingleses. En ambos casos, la mayor
parte de los productos tenían como destino final los mercados de
California en Estados Unidos.
Los
pobladores de las zonas cercanas a las misiones de San Ignacio y
Santa Rosalía en Mulegé vieron con buenos ojos la posibilidad de
recolectar el abulón y la langosta para luego venderlos a los barcos
extranjeros que iban de paso. Con los ingresos ganados pudieron
complementar los beneficios de la agricultura y ganadería de los
ranchos. De esta manera, los neo californianos descendían hasta las
playas y acantilados de Guerrero Negro, Punta Eugenia, Isla
Natividad, Bahía Tortugas, Puerto Nuevo, San Roque, Bahía Asunción,
Punta Prieta, San Hipólito, La Bocana y Punta Abreojos para trabajar
como pescadores por temporadas7.
Fue
el establecimiento de campamentos de pescadores japoneses en Bahía
Tortugas a inicios del siglo XX lo que alentó
el poblamiento definitivo del lugar. Los
pescadores locales, que poco a poco fueron aceptados como ayudantes,
aprendieron del contacto con los asiáticos nuevas
técnicas como la pesca con vara y procesos industriales como el
enlatado de abulón8.
Por
su parte, en el Golfo de California se realizó una de las pesquerías
más significativas: la perlera. En
tiempos de la conquista y la colonia, los españoles recurrieron a
los antiguos californios Pericúes y Guaycuras como mano de obra pues
eran buenos buzos pero cuando su extinción amenazaba las capturas de
madreperla los reemplazaron por indígenas Yaquis de Sonora. Esta
práctica, así como también la contratación de buzos y pescadores
sinaloenses, fue continuada por las empresas porfirianas9.
A
finales del periodo revolucionario, la producción de perlas dejó de
ser costeable por el agotamiento de los placeres, que no resistieron
la extracción intensiva de casi dos siglos. Los pescadores
migrantes, sobre todo los de la Bahía de La Paz, ejercieron entonces
la pesca ribereña (pesca artesanal) o se asociaron en cooperativas
constituyendo las primeras comunidades pesqueras.
b.
Los cimientos del desarrollo pesquero nacional
Finalizados
los contratos de concesiones de explotación de los “recursos
naturales” a empresas extranjeras durante la revolución, los
gobiernos post revolucionarios se dedicaron a sentar las bases para
hacer productivo el sector pesquero de tal manera que éste
contribuyera al desarrollo económico nacional.
De
acuerdo con
Green la actividad pesquera en el país pasó a industrializarse
debido
a los
avances tecnológicos en la capacidad de carga de los barcos, la
expansión de la refrigeración y la diversificación de la dieta
internacional. Como
consecuencia, la
demanda de productos en el mercado interno y externo, principalmente
de países como Estados Unidos, Japón y China, fue cada vez mayor.
Entre
las políticas pesqueras relevantes se encuentra el fomento a la
creación de cooperativas impulsada durante el periodo Cardenista
(1934-1940), enfocándose
a la
explotación de las especies marinas por parte
de los
mismos trabajadores con
un aprovechamiento social.
La primera cooperativa pesquera en la Península de Baja California
se concretó en 1939, ésta se llamó “California de San Ignacio”
y se ubicó en la misma zona de explotación japonesa en
la Pacífico-Norte,
sus 45 socios fundadores
se
dedicaron también al aprovechamiento de langosta y abulón. La
cooperativa existe hasta ahora y ha triplicado su
número de socios10,
además de las
actividades productivas también contribuye con mejoras para el
pueblo consistentes
en
creación de caminos, fomento del deporte y abastecimiento
de alimentos en tiendas de abarrotes que son vendidos a bajo costo.
Por
su parte, en la década de los cincuentas el gobierno ruizcortinista
identificó como prioridades principales la creación de una flota
pesquera de altura, la fabricación nacional de equipo de pesca,
mejorar la localización de los recursos marinos, fomentar la
explotación racional de los mismas e incrementar el consumo
interno11;
también arrancó el llamado “Programa de Progreso Marítimo”12
que trazó como metas la integración de una red de puertos de altura
y cabotaje así como construir y acondicionar astilleros.
Durante
los siguientes años los administradores públicos promovieron la
actividad pesquera otorgando créditos y estímulos económicos, para
ello se crearon en 1971 el Banco Nacional Pesquero y Portuario
(Banpesca) y en 1976 la Secretaría de Pesca. En ese momento en el
noreste mexicano se establecieron plantas procesadoras y empacadoras
de atún, sardina y camarón.
Asimismo
abrieron sus puertas instituciones de educación superior como el
Instituto Nacional de Investigaciones Biológico-Pesqueras, más
tarde Instituto Nacional de Pesca (Inapesca); el Centro
de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada
(Cicese); el
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y las
universidades autónomas de Baja California (UABC) y Baja California
Sur (UABCS) con la intención de formar a los profesionistas que
elaboraran planes de explotación en equilibrio con la conservación
de la naturaleza marina.
Con
un entorno favorable y
una emergente administración pública,
la actividad pesquera formó parte importante de la vida productiva
de tal manera que en 1970 la pesca (incluyendo al sector agropecuario
y de silvicultura) aportó el 21.4% al Producto Interno Bruto (PIB)
estatal13.
c.
Neoliberalismo y crisis pesquera
A
finales de los ochentas y luego de la entrada en vigor del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, la política
pesquera se orientó hacia el modelo económico neoliberal.
En
ese mismo año desapareció la Secretaría de Pesca y se convirtió
en subsecretaría, posteriormente
los
subsidios se vieron reducidos y las paraestatales pesqueras se
remataron; lo que significó la privatización de bienes que habían
sido creados o adquiridos por la nación14.
Los
últimos 20 años se han traducido en un proceso de decaimiento y
crisis de la industria pesquera mexicana. “La flota mayor presenta
un elevado nivel de obsolescencia”, los puertos tienen “problemas
de reparación y mantenimiento”, el número de plantas procesadoras
disminuyó y persisten “las deficiencias organizativas” así como
la “falta de capacitación técnico-administrativa” en los
productores15.
Este escenario ha
terminado por reducir
a los pescadores a meros recolectores de los productos marinos,
alejándolos
de la posibilidad de que sean ellos mismos quienes los administren y
comercialicen.
En
2012 en Baja California Sur la participación en el PIB de las
actividades primarias, entre las que se incluye la pesca,
agricultura, ganadería y silvicultura, alcanzó solamente el 4%,
cifra muy por debajo a lo registrado en los setentas16.
Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <https://cubanuestra2eu.files.wordpress.com/2015/02/zzzz867.jpg>
a.
Vida
Gran
parte de las familias sudcalifornianas de pescadores surgieron cuando
decidieron abandonar las rancherías. El clima seco y la escasez de
lluvias, propio de las regiones desérticas, dificultó la ganadería
y la cosecha de siembras. Sus
integrantes
tuvieron que aprender a trabajar en el mar, un medio natural
diferente y no apto para los seres vivos terrestres porque dentro de
él
no se respira oxígeno.
Manuel
Castro Lucero, “El Milo”, pescador artesanal de Bahía Magdalena
y Cabo Pulmo, comenta que el contacto de los pescadores con el mar
sucede desde la infancia. Él aprendió desde los 6 años “primero
pescando con piolita en la playa y luego, ya más grande, en las
pangas (pequeñas embarcaciones) mar adentro”.
La
mayor parte de la vida de un pescador está dedicada a extraer el
alimento que las personas consumirán
en la tranquilidad de sus
mesas.
El
Milo opina que su oficio es “difícil y sufrido” pues debe salir
a pescar aún en condiciones desfavorables. “A veces nos toca salir
35 o 40 millas de la costa, en la noche y con viento, no es nada
agradable. No sabes si vas a regresar al otro día; sobre todo cuando
estás en medio del Océano con lluvia, frío, viento y olas. La
situación es muy complicada”.
La
pesca ribereña es como una especie de retiro en soledad. Sobre sus
oscilantes embarcaciones los trabajadores del mar observan por horas
el horizonte, reconocen cada forma de las nubes en el cielo, miden la
intensidad de las olas por sus crestas, olfatean la brisa y saborean
la sal marina en sus labios, que terminan por agrietarse al llegar el
cenit solar.
Por
instinto de supervivencia desde que parten de la orilla piensan en
regresar pronto a tierra con la embarcación llena. Para lograrlo
deben conocer dónde se encuentran los animales marinos, ya sea en
sitios rocosos o en el fondo arenoso así como la profundidad en la
que viven y hacia dónde se desplazan; además de tener siempre
presente la posición de la panga, por lo que también están al
pendiente de las corrientes y el sentido de los vientos en la zona.
Una mala maniobra puede resultar en el vuelco de la embarcación.
En
tierra los pescadores son nómadas. Carecen de un espacio fijo para
vivir porque deben asentarse en las zonas donde existen las especies
marinas en abundancia y éstas no aparecen siempre en el mismo lugar.
Es por eso que improvisan campamentos cuya estancia, de hasta seis
meses al año, los hace crear profundas
relaciones
de convivencia.
El
pasar de las noches los obliga a conocerse tan bien, que cada
pescador tiene el sobrenombre perfecto conforme su personalidad: “El
Bocina”, “El Jarro”, “El Churri”, “El Chopani”, “El
Pargo”, “El Cuchillo”, “El Mariguano”, “El Chacal”,
entre otros. Se llaman por apodos como si todos fueran de la misma
familia, como es común, pues entre familiares no existen
convencionalismos. Son tan hábiles en la baraja como si de lanzar
las redes se tratara, se cuentan chistes, chismes e historias.
Las
mujeres pescadoras son pocas y están invisibilizadas, pese a ello su
participación en la pesca es muy importante. En Loreto hay una
cooperativa de mujeres que se dedica a la captura y crianza de peces
de “ornato”; se
sabe de
una buza en Bahía Magdalena y muchas más que son marineras
acompañantes
de
los pescadores (por lo regular esposos o familiares) en sus faenas
diarias. Son
requeridas para procesar el producto, como en el despielado de
calamar o la desviceración de pescado y de almejas (éstas
últimas conocidas
también como
“matadoras”), otra posibilidad laboral en la que incursionan es
el autoempleo como artesanas.
Es
frecuente que alguna compañera sentimental o esposa pase temporadas
en los campamentos con su respectiva pareja. Durante su estancia,
además de encargarse de
las
labores domésticas, las mujeres se dedican a consentir a los
pescadores cocinándoles sencillos y deliciosos platillos con
remanentes de la pesca del día.
Cuando
se convierten en madres se dedican a la crianza de las/os
hijas/os
en los pequeños poblados o ciudades donde las/os
menores acuden para estudiar. Esta situación da pie a una
peregrinación familiar, pues cuando el pescador termina la
temporada, acude a la ciudad para vivir con la familia y cuando hay
vacaciones escolares, madres e hijas/os
se reúnen con el padre en los campamentos pesqueros. De esta manera,
las mujeres juegan un rol de vital importancia en la formación de
las/os
hijas/os
a la vez que en la integración familiar.
Una
de las principales preocupaciones de las familias de pescadores es
que los hijos finalicen sus estudios, la mayoría de las madres y
padres piensan que la educación les otorgará un futuro mejor,
paradójicamente, distinto al de la pesca.
Es
comprensible que en las ciudades los jóvenes provenientes de
familias de pescadores se asombren con las comodidades que no existen
en los campamentos costeros o en la zona rural: iluminación, gas,
pavimentación, transporte, centros de salud, tiendas de
autoservicios, aparatos eléctricos, acceso a internet y lugares de
entretenimiento.
Johan
Ricardo Sánchez Fernández, “El Bebo”, pescador adolescente de
El Datilar en la costa del Océano Pacífico cree que “[En la
ciudad]… se vive más a gusto, pues se tiene todo”. Además de
asistir a clases, a “El Bebo”, le gusta pasar su tiempo
entreteniéndose con
videojuegos
de computadora, la cual renta por horas en un café internet. Con sus
ahorros piensa en comprarse una tableta electrónica y ropa.
Las
formas de conocer el mundo y de socialización entre las personas
provenientes de pequeños poblados y en contacto con la naturaleza
son distintos a la forma en que se estructuran las relaciones
personales en las zonas urbanas.
“El
Bebo” intuye que es “diferente” a las personas de la ciudad
porque a sus compañeras/os
de clases “les enojan” los apodos además porque a sus 15 años
conoce a las ballenas y le sorprende que la estrella de mar sea tan
diferente a un ser humano: “me le quedo mirando y digo, no venimos
del mismo mundo. Mira cómo está la estrella y cómo estoy yo”,
comenta.
b.
Situación laboral
En
el avance histórico de la apropiación que la humanidad hace de la
naturaleza, y gracias al desarrollo de la ciencia, tanto las
herramientas de pesca como los motivos de la explotación pesquera
han cambiado. No
así las
condiciones laborales de los pescadores, que
continúan siendo precarias.
Durante
la Conquista, la Colonia y los inicios del México independiente a
los buzos perleros se les exigió permanecer en las profundidades
marinas, algunos alcanzaban hasta los 15 metros, para despegar tantas
madreperlas como les fuera posible su resistencia pulmonar. La
práctica bajo estas circunstancias costó vidas humanas por
ahogamientos.
Según
menciona Green, durante el Porfiriato la compañía inglesa “The
Mangara Exploration Co. Ltd.” así como las locales “La
Pescadora”, propiedad de Antonio Ruffo, y la “Compañía Criadora
de Concha y Perla” de Gastón Vivés, fueron
señaladas por los propios trabajadores “por su proceder tiránico”
y “trato inhumano”17.
A partir de 1874 con el uso de la escafandra se explotaron placeres
perleros más profundos, de entre 20 y 30 metros. Los accidentes eran
frecuentes y en promedio se registraba una muerte al mes debido al
cansancio, la descompresión o el rompimiento de mangueras.
Cuando
no estaban en el mar los buzos eran vigilados por capataces, incluso
cuando iban al baño, para evitar que se robaran perlas o se las
tragaran. Con los
ingresos de su riesgosa
jornada, y sin otro tipo de prestaciones, los buzos terminaban por
endeudarse en las tiendas de raya cuyas deudas saldaban trabajando en
las futuras temporadas de las compañías.
La
vida de los pescadores de perlas en la Bahía de La Paz quedó
plasmada en la novela del célebre escritor estadounidense John
Steinbeck, “La Perla” (1947), historia que resultó luego de uno
de sus viajes al Golfo de California.
En
ella narra la odisea del
buzo “Kino”, su esposa “Juana” y el pequeño hijo de ambos,
“Coyotito”, para huir del puerto paceño
y lograr vender en la ciudad “la perla del Mundo”. Steinbeck
relata cómo, una vez que el pueblo se entera del descubrimiento de
Kino, la gran perla se convierte en un objeto codiciado por los
traficantes que terminan por impedir a la humilde familia la
oportunidad de cambiar sus condiciones de vida. Luego de la tragedia
que atraviesan, Kino decide deshacerse de la perla, arrojándola al
mar.
“Todo
el mundo se sintió íntimamente ligado a la perla de Kino, y ésta
entró a formar parte de los sueños, las especulaciones, los
proyectos, los planes, los frutos, los deseos, las necesidades, las
pasiones y los vicios de todos y de cada uno, y sólo una persona
quedó al margen: Kino, con lo cual se convirtió en el enemigo
común”
18,
dice la narración.
Probablemente
el escritor observó la manera en que la abundancia pesquera pasaba
por las manos de los pescadores sin que éstos pudieran aprovecharla.
Esto sigue sucediendo, los pescadores malbaratan su pequeña
producción vendiéndola a los “permisionarios”, quienes terminan
por enriquecerse.
Los
permisionarios rentan sus equipos (embarcación, motor, artes de
pesca y combustible) a los pescadores debido a que éstos no pueden
comprar las herramientas de pesca, no pueden pagar los costos de las
salidas o no cuentan con las facilidades para tramitar sus propios
permisos. A cambio el pescador le entrega el producto (o parte de él)
a menor precio.
El
permisionario se
convierte entonces en
el intermediario que revende el producto del pescador a las empresas
o industrias que finalmente lo ofertan a los consumidores. Por
ejemplo, en la Bahía de La Paz los pescadores venden a 14 pesos el
kilo de “cochito” a los permisionarios, en cambio, en el mercado
se vende en 85 pesos.
Según
señaló Juan Antonio Angulo, ex Secretario de Pesca en Baja
California Sur y miembro de la Unión General Obrera Campesina y
Popular, las condiciones laborales de los pequeños pescadores
empeoraron después del 2000. En ese año, la Sagarpa y el Inapesca
publicaron la Carta Nacional Pesquera (CNP) y la Carta Nacional
Acuícola donde explicaban la suspensión del otorgamiento de
permisos de pesca con miras a reducir el esfuerzo pesquero, debido a
que la mayoría de las pesquerías del país estaban en su límite
máximo de sustentabilidad.
Ahora
se exige el permiso a los pescadores “libres” que ejercían la
actividad antes de esos años, pero que no estaban regularizados, lo
que en palabras de Angulo “es un acto de injusticia” porque
además de que no pueden acceder a programas de apoyo también se les
prohíbe pescar.
En
Baja California Sur existen cerca de 3 mil 700 embarcaciones de las
cuales “probablemente un 50% son irregulares”, señaló Angulo,
lo que significa que alrededor de 8 mil familias se encuentran bajo
riesgo laboral e inestabilidad económica. Sin embargo, como los
pescadores no pueden dejar de pescar porque de ello depende la
superviviencia familiar terminan por arriesgarse al decomiso de su
producto y de
su
embarcación en cada salida a alta mar.
Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <https://i2.wp.com/vocescruzadasbcs.mx/wp-content/uploads/2015/10/Rivas_A-05-615x411-300x200.jpg?resize=800%2C533>
V.
DESAFÍOS
El
especialista en actividades pesqueras Hernán Ramírez Aguirre,
investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur,
sostiene que en la actualidad los pescadores experimentan diferentes
retos que les dificultan y
demandan desde otra visión el encontrar
en la pesca, además de un trabajo, un modo de vida digno.
Siendo
los principales el equilibrio entre la explotación y la
sustentabilidad marina; el respeto a sus derechos como habitantes y
trabajadores de las costas frente
a
la presión inmobiliaria; la marginación gubernamental así como el
empoderamiento y la organización comunitarias para lograr su
propio fortalecimiento, no sólo como sector de actividad económica,
sino también como parte de la historia y vida cultural de la
entidad.
Ramírez
señala que “los pescadores forman parte de la sociedad
sudcaliforniana y su conocimiento sobre el mar, relatos y costumbres
forman parte de la identidad local y nacional”. Por lo que, “debido
a que enriquecen culturalmente las regiones que habitan, debería ser
una prioridad para los gobiernos y la sociedad mejorar sus
condiciones”.
a.
Extracción pesquera
La
práctica de la explotación intensiva de las diferentes pesquerías
a lo largo del tiempo sin un enfoque sustentable ha tenido como
resultado la disminución de especies e incluso el riesgo de
extinción en algunos casos, como el abulón en la Región
Pacífico-Norte. A esta situación hay que sumar la contaminación de
los hábitats marinos y de humedales así como los efectos del cambio
climático que también impactan en la existencia y permanencia de
dichos organismos.
La
proporción de poblaciones explotadas a su máximo rendimiento en el
país comprende más del 60% del total de los recursos y las que se
encuentran en deterioro son aproximadamente el 20%19.
Es
por eso que, como medidas de precaución y recuperación de las
especies en peligro, el gobierno ha establecido periodos y zonas de
veda y
ha creado
reservas marinas sujetas a planes de manejo. Sin embargo, estas
medidas reguladoras podrían ir más allá, sobre todo si tenemos en
cuenta que recomendaciones internacionales apuntan a la reducción de
hasta un 30% en el esfuerzo de pesca20,
lo que significaría desincorporar a trabajadores del sector
pesquero.
Por
tales motivos es que los pescadores enfrentan una
doble presión. Por un lado, disminuir las capturas así como cuidar
y proteger el ambiente y, por otro, conservar sus empleos dentro de
un mercado que demanda productos del mar.
En
la península de Baja California y en Baja California Sur son
diversas las especies mencionadas en
la Carta Nacional Pesquera que
se encuentran
al límite de la sustentabilidad así como en las que se recomienda
no incrementar el esfuerzo pesquero. En
algunos casos las pesquerías van en declive, como en la de abulón;
en otras como el callo de hacha, langosta, camarón, túnidos y
pelágicos menores se puede observar que persisten los considerables
volúmenes de captura21.
Una
modalidad pesquera especial que se realiza en Baja California Sur es
la llamada deportiva-recreativa que se destina principalmente para
promover el turismo. A este rubro se encuentran destinadas especies
como el marlín, el dorado y el pez espada cuya captura está
restringida a un ejemplar por pescador al día dentro de una franja
costera de 50 millas.
Sin
embargo, según lo menciona la misma Carta Nacional Pesquera, la
incorporación de nuevas embarcaciones deportivas y yates, así como
la renovación y readaptación de otras preexistentes en los polos de
desarrollo turísticos “pudiera repercutir en la sobrestimación de
los niveles de abundancia”22
de las poblaciones pesqueras. Lo
anterior sobretodo por la captura explosiva de marlín rayado en la
zona de Los Cabos que en 2007 y 2008 llegó hasta los 60 mil
ejemplares.
Este
último aspecto es relevante, porque se considera a los pescadores
como los responsables de la sobreexplotación de los mares. La
responsabilidad de esta problemática es más amplia, es decir,
incluye acciones y omisiones por parte de los gobiernos así como por
parte de los comercializadores y los
consumidores.
La
descoordinación en las acciones de prevención así como el
incumplimiento de reglamentos por parte de las mismas instituciones
gubernamentales son
una causa importante en la explotación marina descontrolada en el
país. Como en el caso de Bahía Magdalena, donde los pescadores
exigen el cumplimiento de acuerdos en la pesca de sardina para que
sean solo 6 barcos de 100 toneladas los que se permitan y no los 15
que existen actualmente23.
Constantemente
los pescadores locales refiern que
los barcos provenientes de Sonora, Sinaloa y Baja California “están
depredando los mares de Baja California Sur”, porque “no son nada
más sardineros, son de pesca múltiple. Capturan camarón, curvina,
botete, sierra, calamar, tiburón y picudos (marlín)”.
b.
Desarrollo inmobiliario y empoderamiento comunitario, el caso de Cabo
Pulmo
Una
situación particular que está cambiando la relación del pescador
con su entorno social, ambiental y cultural, es la que tiene que ver
con el sector inmobiliario. Las familias de pescadores están siendo
desplazadas poco a poco de sus playas y zonas de pesca porque los
inversionistas buscan construir en ellas grandes hoteles y lujosos
complejos residenciales.
Son
diferentes las maneras en las que se pueden adquirir predios cercanos
a las costas. Una de ellas es la simple compra-venta sin embargo
también se han documentado invasiones y despojos debido al elevado
precio de las tierras, las que se cotizan en millones de dólares24.
Como consecuencia, las familias de pescadores están siendo
expulsados de sus lugares de origen, o bien, los lugares de paso
hacia donde tradicionalmente trabajan se encuentran cercados con
letreros de “Propiedad Privada”, situación que los obliga a
buscar zonas de pesca alejadas, desconocidas y por lo tanto
inseguras.
Bajo
este panorama los pescadores comienzan a replantearse
su
permanencia en esta
ocupación laboral, es por eso que se animan a buscar “trabajo en
tierra”, aunque desarrollar un empleo distinto al que han hecho
toda su vida no sea tarea sencilla.
José
Antonio Méndez Camacho, ex pescador de la Bahía de La Paz, dejó la
pesca para trabajar como encargado del área de Pescados y Mariscos
de un supermercado local. Mencionó que el nivel de estudios y la
edad fueron los principales requisitos para ser contratado.
Los
pescadores enfrentan condiciones de vulnerabilidad al trabajar en una
ciudad. La mayoría cursa estudios hasta el nivel secundaria y en los
jóvenes existe rezago tecnológico además de que sus
estrategias
de relacionarse con las personas son distintos porque
las
familias de pescadores son muy unidas y los vínculos que construyen
entre sí son muy fuertes a
diferencia de las relaciones sociales de los vecindarios urbanos, que
se enfrentan a la gentrificación, al incremento de la delincuencia y
a su asimilación como sociedad de consumo.
“Me
tuve que adaptar al equipo de trabajo, con tus amigos o familia
puedes bromear, acá debía guardar más respeto, ser más serio, la
forma de expresarme tenía que ser la más educada. También extrañé
ser más libre, porque pescando no tenía horarios si la pesca era
buena, en mi nuevo trabajo sentí una mayor obligación pues tienes
un jefe o superior que obedecer”, relató Méndez Camacho.
No
todos los pescadores o hijas/os
de pescadores logran emplearse dentro de las ciudades debido a la
falta de políticas sociales, económicas, laborales y culturales que
les aseguren una inserción adecuada.
Méndez
Camacho se siente agraciado por contar con un trabajo pero además
porque aprendió nuevas habilidades como hacer inventarios, manejar
una caja registradora, operar una computadora así como conocimientos
en administración y gastronomía. Actualmente trabaja en el área de
Control de Productos de un restaurante de mariscos en La Paz y
puntualiza con orgullo: “todavía sé pescar, no se me ha
olvidado”.
A
los pescadores jóvenes que están pensando dejar el oficio les
aconsejó “que se preparen en leer y en escribir. Terminen sus
estudios. Tienen que echarle muchas ganas por que además tendrán un
patrón que les dirá qué y cómo hacer las cosas. Deberán ser
responsables. Sobretodo tienen que ser buenos para escuchar, porque
sólo así podrán aprender”.
Existen
experiencias de comunidades pesqueras en Baja California Sur como la
de Cabo Pulmo, donde sus integrantes se organizaron para conservar
sus tierras, sus trabajos y proteger el preciado entorno natural que
consideran debe ser disfrute de la
ciudadanía.
La
comunidad pulmeña vive en las inmediaciones del Parque Nacional Cabo
Pulmo (PNCP) que abarca 7 mil 111 hectáreas de zona marina y playas
al sur de la entidad. El Parque fue reconocido como Patrimonio de la
Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés)
y además es un humedal protegido por la convención Ramsar debido a
que resguarda el arrecife de coral más grande del Golfo de
California y, posiblemente, el más antiguo del Pacífico
Nororiental.
En
2008 los pobladores se enteraron que se pretendía la creación
de un gran desarrollo turístico llamado “Cabo Cortés” a tan
sólo
15 kilómetros del Parque. Los planes incluían la ocupación de 3
mil 800 hectáreas de tierra para la edificación
de 30 mil
habitaciones (hoteles, condominios, residencias), una marina con 490
posiciones, áreas comerciales y dos campos de golf.
La
rápida toma de conciencia de las familias de pescadores así como la
movilización de científicos y sociedad civil logró
frenar en 2012 la
construcción
del complejo turístico y residencial que amenazaba la
sustentabilidad del lugar. En
ese año, el mismo presidente de la República, Felipe Calderón
Hinojosa declaró en rueda de prensa que Cabo Cortés “no
demostraba de manera
clara e indubitable su compatibilidad con la preservación del
ecosistema y el parque nacional Cabo Pulmo”
25.
Auxiliados
por Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), como Amigos para la
Conservación de Cabo Pulmo, A.C. (ACCP), los 180 habitantes de Cabo
Pulmo han podido fortalecer su organización y capacitarse para
exigir que sus necesidades sean escuchadas y tomadas en cuenta por
las autoridades de los tres niveles de gobierno.
En
la búsqueda por lograr un equilibrio natural con el arrecife y las
especies marinas del lugar los miembros de la comunidad pulmeña, que
originariamente se dedicaban a la pesca artesanal, decidieron
ocuparse como prestadores de servicios turísticos. “Me gustaba
mucho pescar. Al inicio no estaba de acuerdo con la conservación,
pero me fui metiendo poco a poco y me gustó cuidar lo que hay. Vale
la pena, porque antes no sacábamos nada, ahora los cardúmenes de
peces no te dejan ver”, comentó “El Milo”.
La
articulación familiar que existe entre los integrantes de la
comunidad de Cabo Pulmo ha sido determinante en la nueva orientación
de sus actividades. “Mi hermano Mario me dijo: aquí
no vas a pescar y no vas a pescar.
Yo estaba entercado, pero él me enseñó a ver las cosas. Me decía:
allá hay un mero. Te
van a dar 5 mil pesos por él si lo sacas, pero va a ser sólo una
vez. Si lo dejas ahí, ese mero va a vivir y tú vas a llevar a los
turistas a ver ese mero por muchos años. Y por muchos años tendrás
un ingreso con el mero que quieres sacar.
Esa fue una explicación muy fehaciente para mí que con humildad
acepté”, relató este experimentado pescador.
“El
Milo” dice que el beneficio de proteger al Parque no es solamente
para unos cuantos sino que, como es un criadero natural de peces,
“éstos luego van a otras localidades pesqueras de la región
aumentando su
producción. Entonces, lo que yo estoy cuidando también ofrece
beneficios a otros”, expresó.
Junto
a su hijo “El Milo” administra una tienda de buceo con la cual
ofrecen recorridos submarinos de esnórkel, pesca y kayak a turistas.
Según comenta su nueva ocupación se ha traducido en una mayor
estabilidad laboral, “vivo sin preocupaciones. Cuando la panga sale
al mar es porque ya va ganando. Muy diferente es cuando eres pescador
porque haces gasto (inviertes previamente) para ver si vas a
encontrar algo”.
Desafortunadamente
la cancelación de
Cabo Cortés no significó que otros proyectos se vieran impedidos
para explotar la zona. Así fue que en 2014 el proyecto “Cabo
Dorado” solicitó la aprobación de la autoridad ambiental para
construir 22 mil 500 cuartos en ocho hoteles y residencias
multifamiliares, dos campos de golf así como solicitar la concesión
de 4.5 millones de metros cúbicos de agua26
en el mismo lugar donde Cabo Cortés pretendía establecerse.
En
esta última ocasión los promoventes del proyecto desistieron de su
solicitud ante el gobierno debido a los cuestionamientos técnicos de
científicos, comunidad y ONG’s, además de la presión mediática
a la que se vieron expuestos.
Pese
a este nuevo logro, en beneficio de los pobladores del Parque y de
los habitantes del mundo que buscan disfrutar de la naturaleza de un
lugar como Cabo Pulmo, la presentación de nuevas solicitudes está
latente. Cabe mencionar que, además de hacer algunos cambios como
los de nombres de proyectos así como en la participación de los
inversionistas en el proyecto inmobiliario, los promoventes de Cabo
Dorado contrataron como asesores a ex servidores públicos que hoy en
día se dedican a procurar las ganancias de las corporaciones
inmobiliarias27.
“El
Milo” asegura que los también llamados desarrolladores solamente
buscan “hacer dinero e irse” dejando
en cambio “problemas sociales” como “contaminación y escasez
en los mantos acuíferos”. Recomendó
a los pescadores o poblaciones que estén pasando por situaciones
similares “no rendirse, pues de inicio nada es fácil. Tenemos que
remarle, navegarle mucho para poder lograr todos los objetivos, pero
sí se puede. Vean que se pudo en Cabo Pulmo”.
c.
ONG’s y educación ambiental
Baja
California Sur es un estado cuyos pobladores se preocupan por el
cuidado de su ambiente. Por muchos años se consideró un lugar
alejado del centro del país, dadas
sus condiciones geográficas y climáticas la estructuración de
grandes ciudades y polos turísticos comenzó hasta finales del siglo
XX.
Gracias
a este lento crecimiento su entorno marino y terrestre se preservó
de manera natural, algo que su ciudadanía
valora como una característica única que les ha proporcionado
bienestar y calidad de vida. Sin
embargo, el proceso de urbanización que ha ocurrido en
las últimas décadas en Los Cabos y La Paz, principalmente,
ha dado pie a la
movilización ciudadana y de ONG’s que buscan mayor participación
en la toma de decisiones gubernamentales para asegurar el desarrollo
sustentable de la región.
El
trabajo desarrollado por las ONG’s comprende diferentes rubros que
incluyen la investigación, la educación ambiental y la organización
comunitaria. Miguel Ángel Leal Jiménez, miembro de Alianza por un
Planeta Verde, A.C., destaca que el trabajo con pescadores en
educación ambiental es “fundamental para generar conciencia y
crear seres responsables”.
Puntualizó
que ésta debe contemplar a la comunidad como parte medular, la cual
al mismo tiempo, forma parte de un entorno social, económico,
político y cultural. “Más que nada, una comunidad educada
ambientalmente busca un cambio social, siendo al mismo tiempo parte
del mismo, logrando una especie de cogobierno”. En su opinión,
lograr una concientización “implica un trabajo de largo plazo
donde la comunidad se conozca a sí misma, conozca la situación en
la que se encuentra, identifique sus fortalezas, tenga una visión de
grupo, cuente con un programa de acción y refuerce sus lazos de
pertenencia”.
Amigos
para la Conservación de Cabo Pulmo es una de las ONG’s que se
encuentra enfocada en el fomento de la educación ambiental y la
participación comunitaria en las comunidades pesqueras. De iniciar
en 2003 con un programa de protección a la tortuga marina, logró
acompañar a los pobladores de Cabo Pulmo en su defensa contra “Cabo
Cortés” y “Cabo Dorado”.
La
directora de la organización, Paulina Godoy Aguilar, señaló que el
trabajo se fue perfilando hacia el desarrollo local conforme las
inquietudes de los pobladores, quienes buscan que Cabo Pulmo deje de
ser una comunidad rezagada y sin servicios. Reconoció que el trabajo
más arduo fue la construcción de una imagen futura del lugar por
los mismos pescadores, en la que pudieran vivir en armonía con sus
necesidades y las del entorno ambiental.
Los
esfuerzos realizados por los pulmeños a través de reuniones y
asambleas comunitarias han rendido frutos pues han terminado por
definir que Cabo Pulmo debe ser apreciado como un destino ecológico,
rústico y auténtico, que sintetizan como “santuario de mar,
tierra y gente”.
Las
familias de Cabo Pulmo se encuentran trabajando en hacer realidad su
visión futura, iniciando por mejorar los servicios turísticos que
ofrecen, así como en gestionar servicios públicos e infraestructura
urbana para el lugar al mismo tiempo que evalúan alternativas
productivas para aumentar la diversificación económica y por lo
tanto, a largo plazo, obtener mayor autonomía económica.
Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <https://culturacolectiva.com/fotografia/un-viaje-hacia-el-interior-del-ser-humano-a-traves-de-fotografias-en-blanco-y-negro/>
VI.
CONCLUSIÓN
Si
bien las comunidades pesqueras del siglo XXI tienen frente a sí un
panorama complejo, es cierto que existe
una responsabilidad social y política de quienes gobiernan por
mejorar sus condiciones de vida, pero también de reconocimiento,
revaloración y respeto a sus tradiciones por parte de la sociedad,
organizaciones ambientales y sector privado. Las familias pescadoras
deberían tener la libertad de elegir su rumbo, sea éste permanecer
en el ejercicio de la pesca o la búsqueda de nuevos horizontes
laborales, no orilladas
a circunstancias
como la sobreexplotación de la naturaleza, el despojo de sus tierras
o la pobreza, sino porque tal decisión es resultado de una reflexión
interna de lo que es mejor para ellas y el entorno ambiental en el
que viven.
1
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anzuelos de primeros pescadores de BCS.
<http://www.inah.gob.mx/boletines/14-hallazgos/4898-descubren-anzuelos-de-primeros-pescadores-de-bcs>
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2
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de Dios. Los cazadores-recolectores de Baja California durante la
Colonia.
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Indigenista (INI): México. p. 25
3
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<http://www2.inecc.gob.mx/publicaciones/libros/619/california.pdf>
[Consulta: Junio de 2014]
4
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sustentable de la pesca en México. Orientaciones estratégicas.
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor): Senado
de la República, LIX Legislatura: México. p. 108
5
Ibíd., p. 109
6
Green, J. La
pesca ribereña en la costa oriental de Baja California Sur:
contexto histórico-legal y trascendencia social,
45 pp. Agradecemos al autor por haber facilitado este artículo que
aún no está publicado.
7
Chenaut,
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Pescadores de Baja California.
Serie: Los Pescadores de México (Costa del Pacífico y Mar de
Cortes), Vol. 2. CIESAS:
Museo Nacional de Culturas Populares: México.
8
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volumen 23, number 3.
<http://www.sandiegohistory.or/journal/77summer/kondo.htm>
[Consulta: Abril de 2012]
9
Green,
Op. Cit.
10
Historia
de la Cooperativa Pesquera “California de San Ignacio, S.C.L.”.
<http://www.californiadesanignacio.com/esp/index.php/nosotros/joomlaspanishorg>
[Consulta: Noviembre de 2014]
11
López,
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McGraw-Hill: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM:
México, D.F. <http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/4/1914/13.pdf>
[Consulta: Junio de 2014]
12
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Estados Unidos Mexicanos. Adolfo Ruiz Cortines.
<http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/7/3353/11.pdf>
[Consulta: Junio de 2014]
13
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14
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15
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Op Cit. págs. 18, 20-22 y 31.
16
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Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI). PIB y
cuentas nacionales en México
<http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/pibe/>
[Consulta: junio de 2014]
20
Ibid
21
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(Sagarpa) e Instituto Nacional de Pesca (Inapesca). Carta Nacional
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<http://www.inapesca.gob.mx/portal/documentos/publicaciones/CARTA%20NACIONAL%20PESQUERA/24082012%20SAGARPA.pdf>
[Consulta: Junio de 2014]
22
Carta
Nacional Pesquera. Op. Cit. pág. 59
23
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