jueves, 28 de diciembre de 2017

TENDIENDO REDES

                                                      Diana Cuevas

 



I. MIRAR EL PASADO

La pesca es una actividad que permanece hasta nuestros días como una ventana abierta por donde podemos observar los inicios de la humanidad. Con una cámara fotográfica, y sobretodo tiempo para recorrer los áridos caminos y explorar los recovecos marinos de la media península de Baja California, Alejandro Rivas se ha convertido en testigo de la vida de las comunidades pesqueras cuyos miembros evocan el tesón humano por sobrevivir en un entorno natural agreste.

Experimentada por los primeros seres humanos, en el África subsahariana, la variedad de arpones, ganchos y puntas afiladas de piedra y hueso que pueden ser encontrados en la arena del desierto son vestigios que evocan los tiempos, anteriores a la última glaciación, en los que la región fue un inmenso y rico lago.

Ya no en un lugar tan distante, sino en las islas de lo que hoy es el Golfo de California hace unos ocho mil años, como fue el caso de la Isla Espirítu Santo, sus habitantes prehistóricos practicaron la pesca y para ello elaboraron anzuelos de madreperla y lanzas puntiagudas que les sirvieron para alimentarse de peces como el jurel, el perico y el atún1. La pesca, además de cubrir las necesidades alimenticias de los antiguos californios también, como en el caso de otras sociedades cazadoras recolectoras, formó parte del desarrollo de la vida social, política y espiritual de sus comunidades2.

Sin embargo, a finales del siglo XVIII debido a la conquista española, los primeros californios fueron diezmados y la transmisión de su sabiduría pesquera se detuvo. Bajo esta situación, los actuales habitantes del sur peninsular o neo californios que inmigraron a la entidad años más tarde, trajeron consigo o asimilaron técnicas de pesca de otras regiones del país y del mundo.

Para los neo californios la actividad pesquera fue complementaria a la ganadería y agricultura de subsistencia que practicaban en las rancherías, por eso no es de extrañar que los integrantes de las comunidades pesqueras más antiguas de la media península de Baja California Sur, ya sea de las costas del Océano Pacífico o de las costas del Golfo de California, también estén vinculados a estas actividades primarias.

A lo largo de los siglos XIX y XX los incipientes poblamientos pesqueros lograron conformar comunidades con dinámicas sociales y culturales propias a la par del desarrollo de la moderna sociedad sudcaliforniana. Ésta ahora les impone dos retos de mayor importancia que trastocan la manera en que se ha realizado la actividad pesquera y con ello, la forma en que los pescadores conciben el mundo.

El primero tiene que ver con el freno a la sobreexplotación de la naturaleza marina, que exige una reducción del esfuerzo pesquero en aras de la sustentabilidad; mientras que el segundo, causado por el avance del sector inmobiliario hacia las costas, les obliga a abandonar los territorios de playa donde se han asentado por generaciones.

Las fotografías de Alejandro Rivas nos muestran precisamente estas adaptaciones, y los desafíos, de los hombres y las mujeres encargados/as de la pesca sudcaliforniana, creando con su lente el tejido bajo el cual nos cautiva Tendiendo Redes.


II. MARES PRÓSPEROS

La Península de Baja California está rodeada por dos cuerpos de agua que la proveen de una diversidad y abundancia de especies marinas increíbles. El más grande de todos los océanos, el Pacífico, baña con aguas templadas y frías sus costas occidentales mientras que la costa oriental se sumerge en las cálidas aguas del Golfo de California, también llamado “Acuario del Mundo” por el biólogo marino francés Jacques-Yves Cousteau, quien lo consideró un laboratorio para el estudio de la vida marina3.

Esta riqueza marina ha sido determinante para que la región noroeste de México, que incluye a los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa, sea la de mayor productividad pesquera del país aportando hasta el 66% de la captura nacional, es decir unas 900 mil toneladas4.

Hablando solamente sobre la captura regional, cerca del 80%, se conforma por la pesca industrial de pelágicos menores (sardina, anchoveta, macarela y arenque) así como atún, camarón y calamar; mientras que el restante 20% es resultado de la pesca artesanal de langosta, abulón, caracol, almeja, callo de hacha, ostión, pepino de mar, jaiba, mero y huachinango5, por mencionar tan solo algunas especies.


Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <http://cuartoscuro.com.mx/2011/12/alejandro-rivas-premio-nacional-de-periodismo-cultural-fernando-benitez-2011/>


III. HISTORIA DE LA PESCA

El desarrollo de la pesca moderna sudcaliforniana difícilmente puede ser explicado sin mencionar los casos de las zonas Pacífico-Norte y Bahía de La Paz por ser lugares donde se introdujeron diferentes técnicas para pescar, porque sus aprovechamientos pesqueros son distintos y también porque lograron florecer como comunidades de pescadores hasta la actualidad.

a. Aprovechamiento extranjero

El investigador José Manuel Green Olachea señala que durante el siglo XIX en México los beneficios del aprovechamiento pesquero fueron principalmente para extranjeros pues la inestabilidad política por la que atravesaba el país, con regulaciones y vigilancia escasas, hizo posible el saqueo de especies marinas. Además, durante el Porfiriato, se privilegió la entrega de concesiones de explotación a compañías foráneas6. En cuanto al escaso volumen de consumo nacional en aquél entonces, debido a dificultades para conservar y distribuir los productos, se caracterizó por ser artesanal, de consumo local y doméstico.

En el Océano Pacífico los norteamericanos se dedicaron principalmente a la caza de ballenas y otros mamíferos como las nutrias y los lobos marinos; mientras que la langosta y el abulón fueron explotados por chinos, japoneses, italianos e ingleses. En ambos casos, la mayor parte de los productos tenían como destino final los mercados de California en Estados Unidos.

Los pobladores de las zonas cercanas a las misiones de San Ignacio y Santa Rosalía en Mulegé vieron con buenos ojos la posibilidad de recolectar el abulón y la langosta para luego venderlos a los barcos extranjeros que iban de paso. Con los ingresos ganados pudieron complementar los beneficios de la agricultura y ganadería de los ranchos. De esta manera, los neo californianos descendían hasta las playas y acantilados de Guerrero Negro, Punta Eugenia, Isla Natividad, Bahía Tortugas, Puerto Nuevo, San Roque, Bahía Asunción, Punta Prieta, San Hipólito, La Bocana y Punta Abreojos para trabajar como pescadores por temporadas7.

Fue el establecimiento de campamentos de pescadores japoneses en Bahía Tortugas a inicios del siglo XX lo que alentó el poblamiento definitivo del lugar. Los pescadores locales, que poco a poco fueron aceptados como ayudantes, aprendieron del contacto con los asiáticos nuevas técnicas como la pesca con vara y procesos industriales como el enlatado de abulón8.
Por su parte, en el Golfo de California se realizó una de las pesquerías más significativas: la perlera. En tiempos de la conquista y la colonia, los españoles recurrieron a los antiguos californios Pericúes y Guaycuras como mano de obra pues eran buenos buzos pero cuando su extinción amenazaba las capturas de madreperla los reemplazaron por indígenas Yaquis de Sonora. Esta práctica, así como también la contratación de buzos y pescadores sinaloenses, fue continuada por las empresas porfirianas9.

A finales del periodo revolucionario, la producción de perlas dejó de ser costeable por el agotamiento de los placeres, que no resistieron la extracción intensiva de casi dos siglos. Los pescadores migrantes, sobre todo los de la Bahía de La Paz, ejercieron entonces la pesca ribereña (pesca artesanal) o se asociaron en cooperativas constituyendo las primeras comunidades pesqueras.

b. Los cimientos del desarrollo pesquero nacional

Finalizados los contratos de concesiones de explotación de los “recursos naturales” a empresas extranjeras durante la revolución, los gobiernos post revolucionarios se dedicaron a sentar las bases para hacer productivo el sector pesquero de tal manera que éste contribuyera al desarrollo económico nacional.

De acuerdo con Green la actividad pesquera en el país pasó a industrializarse debido a los avances tecnológicos en la capacidad de carga de los barcos, la expansión de la refrigeración y la diversificación de la dieta internacional. Como consecuencia, la demanda de productos en el mercado interno y externo, principalmente de países como Estados Unidos, Japón y China, fue cada vez mayor.

Entre las políticas pesqueras relevantes se encuentra el fomento a la creación de cooperativas impulsada durante el periodo Cardenista (1934-1940), enfocándose a la explotación de las especies marinas por parte de los mismos trabajadores con un aprovechamiento social. La primera cooperativa pesquera en la Península de Baja California se concretó en 1939, ésta se llamó “California de San Ignacio” y se ubicó en la misma zona de explotación japonesa en la Pacífico-Norte, sus 45 socios fundadores se dedicaron también al aprovechamiento de langosta y abulón. La cooperativa existe hasta ahora y ha triplicado su número de socios10, además de las actividades productivas también contribuye con mejoras para el pueblo consistentes en creación de caminos, fomento del deporte y abastecimiento de alimentos en tiendas de abarrotes que son vendidos a bajo costo.

Por su parte, en la década de los cincuentas el gobierno ruizcortinista identificó como prioridades principales la creación de una flota pesquera de altura, la fabricación nacional de equipo de pesca, mejorar la localización de los recursos marinos, fomentar la explotación racional de los mismas e incrementar el consumo interno11; también arrancó el llamado “Programa de Progreso Marítimo”12 que trazó como metas la integración de una red de puertos de altura y cabotaje así como construir y acondicionar astilleros.

Durante los siguientes años los administradores públicos promovieron la actividad pesquera otorgando créditos y estímulos económicos, para ello se crearon en 1971 el Banco Nacional Pesquero y Portuario (Banpesca) y en 1976 la Secretaría de Pesca. En ese momento en el noreste mexicano se establecieron plantas procesadoras y empacadoras de atún, sardina y camarón.

Asimismo abrieron sus puertas instituciones de educación superior como el Instituto Nacional de Investigaciones Biológico-Pesqueras, más tarde Instituto Nacional de Pesca (Inapesca); el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese); el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y las universidades autónomas de Baja California (UABC) y Baja California Sur (UABCS) con la intención de formar a los profesionistas que elaboraran planes de explotación en equilibrio con la conservación de la naturaleza marina.

Con un entorno favorable y una emergente administración pública, la actividad pesquera formó parte importante de la vida productiva de tal manera que en 1970 la pesca (incluyendo al sector agropecuario y de silvicultura) aportó el 21.4% al Producto Interno Bruto (PIB) estatal13.

c. Neoliberalismo y crisis pesquera

A finales de los ochentas y luego de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, la política pesquera se orientó hacia el modelo económico neoliberal.

En ese mismo año desapareció la Secretaría de Pesca y se convirtió en subsecretaría, posteriormente los subsidios se vieron reducidos y las paraestatales pesqueras se remataron; lo que significó la privatización de bienes que habían sido creados o adquiridos por la nación14.

Los últimos 20 años se han traducido en un proceso de decaimiento y crisis de la industria pesquera mexicana. “La flota mayor presenta un elevado nivel de obsolescencia”, los puertos tienen “problemas de reparación y mantenimiento”, el número de plantas procesadoras disminuyó y persisten “las deficiencias organizativas” así como la “falta de capacitación técnico-administrativa” en los productores15. Este escenario ha terminado por reducir a los pescadores a meros recolectores de los productos marinos, alejándolos de la posibilidad de que sean ellos mismos quienes los administren y comercialicen.

En 2012 en Baja California Sur la participación en el PIB de las actividades primarias, entre las que se incluye la pesca, agricultura, ganadería y silvicultura, alcanzó solamente el 4%, cifra muy por debajo a lo registrado en los setentas16
 

Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <https://cubanuestra2eu.files.wordpress.com/2015/02/zzzz867.jpg>


IV. PESCADORES, ENTRE EL MAR Y EL CIELO

a. Vida

Gran parte de las familias sudcalifornianas de pescadores surgieron cuando decidieron abandonar las rancherías. El clima seco y la escasez de lluvias, propio de las regiones desérticas, dificultó la ganadería y la cosecha de siembras. Sus integrantes tuvieron que aprender a trabajar en el mar, un medio natural diferente y no apto para los seres vivos terrestres porque dentro de él no se respira oxígeno.

Manuel Castro Lucero, “El Milo”, pescador artesanal de Bahía Magdalena y Cabo Pulmo, comenta que el contacto de los pescadores con el mar sucede desde la infancia. Él aprendió desde los 6 años “primero pescando con piolita en la playa y luego, ya más grande, en las pangas (pequeñas embarcaciones) mar adentro”.

La mayor parte de la vida de un pescador está dedicada a extraer el alimento que las personas consumirán en la tranquilidad de sus mesas. El Milo opina que su oficio es “difícil y sufrido” pues debe salir a pescar aún en condiciones desfavorables. “A veces nos toca salir 35 o 40 millas de la costa, en la noche y con viento, no es nada agradable. No sabes si vas a regresar al otro día; sobre todo cuando estás en medio del Océano con lluvia, frío, viento y olas. La situación es muy complicada”.

La pesca ribereña es como una especie de retiro en soledad. Sobre sus oscilantes embarcaciones los trabajadores del mar observan por horas el horizonte, reconocen cada forma de las nubes en el cielo, miden la intensidad de las olas por sus crestas, olfatean la brisa y saborean la sal marina en sus labios, que terminan por agrietarse al llegar el cenit solar.

Por instinto de supervivencia desde que parten de la orilla piensan en regresar pronto a tierra con la embarcación llena. Para lograrlo deben conocer dónde se encuentran los animales marinos, ya sea en sitios rocosos o en el fondo arenoso así como la profundidad en la que viven y hacia dónde se desplazan; además de tener siempre presente la posición de la panga, por lo que también están al pendiente de las corrientes y el sentido de los vientos en la zona. Una mala maniobra puede resultar en el vuelco de la embarcación.

En tierra los pescadores son nómadas. Carecen de un espacio fijo para vivir porque deben asentarse en las zonas donde existen las especies marinas en abundancia y éstas no aparecen siempre en el mismo lugar. Es por eso que improvisan campamentos cuya estancia, de hasta seis meses al año, los hace crear profundas relaciones de convivencia.

El pasar de las noches los obliga a conocerse tan bien, que cada pescador tiene el sobrenombre perfecto conforme su personalidad: “El Bocina”, “El Jarro”, “El Churri”, “El Chopani”, “El Pargo”, “El Cuchillo”, “El Mariguano”, “El Chacal”, entre otros. Se llaman por apodos como si todos fueran de la misma familia, como es común, pues entre familiares no existen convencionalismos. Son tan hábiles en la baraja como si de lanzar las redes se tratara, se cuentan chistes, chismes e historias.

Las mujeres pescadoras son pocas y están invisibilizadas, pese a ello su participación en la pesca es muy importante. En Loreto hay una cooperativa de mujeres que se dedica a la captura y crianza de peces de “ornato”; se sabe de una buza en Bahía Magdalena y muchas más que son marineras acompañantes de los pescadores (por lo regular esposos o familiares) en sus faenas diarias. Son requeridas para procesar el producto, como en el despielado de calamar o la desviceración de pescado y de almejas (éstas últimas conocidas también como “matadoras”), otra posibilidad laboral en la que incursionan es el autoempleo como artesanas.

Es frecuente que alguna compañera sentimental o esposa pase temporadas en los campamentos con su respectiva pareja. Durante su estancia, además de encargarse de las labores domésticas, las mujeres se dedican a consentir a los pescadores cocinándoles sencillos y deliciosos platillos con remanentes de la pesca del día.

Cuando se convierten en madres se dedican a la crianza de las/os hijas/os en los pequeños poblados o ciudades donde las/os menores acuden para estudiar. Esta situación da pie a una peregrinación familiar, pues cuando el pescador termina la temporada, acude a la ciudad para vivir con la familia y cuando hay vacaciones escolares, madres e hijas/os se reúnen con el padre en los campamentos pesqueros. De esta manera, las mujeres juegan un rol de vital importancia en la formación de las/os hijas/os a la vez que en la integración familiar.

Una de las principales preocupaciones de las familias de pescadores es que los hijos finalicen sus estudios, la mayoría de las madres y padres piensan que la educación les otorgará un futuro mejor, paradójicamente, distinto al de la pesca.

Es comprensible que en las ciudades los jóvenes provenientes de familias de pescadores se asombren con las comodidades que no existen en los campamentos costeros o en la zona rural: iluminación, gas, pavimentación, transporte, centros de salud, tiendas de autoservicios, aparatos eléctricos, acceso a internet y lugares de entretenimiento.

Johan Ricardo Sánchez Fernández, “El Bebo”, pescador adolescente de El Datilar en la costa del Océano Pacífico cree que “[En la ciudad]… se vive más a gusto, pues se tiene todo”. Además de asistir a clases, a “El Bebo”, le gusta pasar su tiempo entreteniéndose con videojuegos de computadora, la cual renta por horas en un café internet. Con sus ahorros piensa en comprarse una tableta electrónica y ropa.

Las formas de conocer el mundo y de socialización entre las personas provenientes de pequeños poblados y en contacto con la naturaleza son distintos a la forma en que se estructuran las relaciones personales en las zonas urbanas.

El Bebo” intuye que es “diferente” a las personas de la ciudad porque a sus compañeras/os de clases “les enojan” los apodos además porque a sus 15 años conoce a las ballenas y le sorprende que la estrella de mar sea tan diferente a un ser humano: “me le quedo mirando y digo, no venimos del mismo mundo. Mira cómo está la estrella y cómo estoy yo”, comenta.

b. Situación laboral

En el avance histórico de la apropiación que la humanidad hace de la naturaleza, y gracias al desarrollo de la ciencia, tanto las herramientas de pesca como los motivos de la explotación pesquera han cambiado. No así las condiciones laborales de los pescadores, que continúan siendo precarias.

Durante la Conquista, la Colonia y los inicios del México independiente a los buzos perleros se les exigió permanecer en las profundidades marinas, algunos alcanzaban hasta los 15 metros, para despegar tantas madreperlas como les fuera posible su resistencia pulmonar. La práctica bajo estas circunstancias costó vidas humanas por ahogamientos.

Según menciona Green, durante el Porfiriato la compañía inglesa “The Mangara Exploration Co. Ltd.” así como las locales “La Pescadora”, propiedad de Antonio Ruffo, y la “Compañía Criadora de Concha y Perla” de Gastón Vivés, fueron señaladas por los propios trabajadores “por su proceder tiránico” y “trato inhumano”17. A partir de 1874 con el uso de la escafandra se explotaron placeres perleros más profundos, de entre 20 y 30 metros. Los accidentes eran frecuentes y en promedio se registraba una muerte al mes debido al cansancio, la descompresión o el rompimiento de mangueras.

Cuando no estaban en el mar los buzos eran vigilados por capataces, incluso cuando iban al baño, para evitar que se robaran perlas o se las tragaran. Con los ingresos de su riesgosa jornada, y sin otro tipo de prestaciones, los buzos terminaban por endeudarse en las tiendas de raya cuyas deudas saldaban trabajando en las futuras temporadas de las compañías.

La vida de los pescadores de perlas en la Bahía de La Paz quedó plasmada en la novela del célebre escritor estadounidense John Steinbeck, “La Perla” (1947), historia que resultó luego de uno de sus viajes al Golfo de California.

En ella narra la odisea del buzo “Kino”, su esposa “Juana” y el pequeño hijo de ambos, “Coyotito”, para huir del puerto paceño y lograr vender en la ciudad “la perla del Mundo”. Steinbeck relata cómo, una vez que el pueblo se entera del descubrimiento de Kino, la gran perla se convierte en un objeto codiciado por los traficantes que terminan por impedir a la humilde familia la oportunidad de cambiar sus condiciones de vida. Luego de la tragedia que atraviesan, Kino decide deshacerse de la perla, arrojándola al mar.

Todo el mundo se sintió íntimamente ligado a la perla de Kino, y ésta entró a formar parte de los sueños, las especulaciones, los proyectos, los planes, los frutos, los deseos, las necesidades, las pasiones y los vicios de todos y de cada uno, y sólo una persona quedó al margen: Kino, con lo cual se convirtió en el enemigo común” 18, dice la narración.

Probablemente el escritor observó la manera en que la abundancia pesquera pasaba por las manos de los pescadores sin que éstos pudieran aprovecharla. Esto sigue sucediendo, los pescadores malbaratan su pequeña producción vendiéndola a los “permisionarios”, quienes terminan por enriquecerse.

Los permisionarios rentan sus equipos (embarcación, motor, artes de pesca y combustible) a los pescadores debido a que éstos no pueden comprar las herramientas de pesca, no pueden pagar los costos de las salidas o no cuentan con las facilidades para tramitar sus propios permisos. A cambio el pescador le entrega el producto (o parte de él) a menor precio.

El permisionario se convierte entonces en el intermediario que revende el producto del pescador a las empresas o industrias que finalmente lo ofertan a los consumidores. Por ejemplo, en la Bahía de La Paz los pescadores venden a 14 pesos el kilo de “cochito” a los permisionarios, en cambio, en el mercado se vende en 85 pesos.

Según señaló Juan Antonio Angulo, ex Secretario de Pesca en Baja California Sur y miembro de la Unión General Obrera Campesina y Popular, las condiciones laborales de los pequeños pescadores empeoraron después del 2000. En ese año, la Sagarpa y el Inapesca publicaron la Carta Nacional Pesquera (CNP) y la Carta Nacional Acuícola donde explicaban la suspensión del otorgamiento de permisos de pesca con miras a reducir el esfuerzo pesquero, debido a que la mayoría de las pesquerías del país estaban en su límite máximo de sustentabilidad.

Ahora se exige el permiso a los pescadores “libres” que ejercían la actividad antes de esos años, pero que no estaban regularizados, lo que en palabras de Angulo “es un acto de injusticia” porque además de que no pueden acceder a programas de apoyo también se les prohíbe pescar.

En Baja California Sur existen cerca de 3 mil 700 embarcaciones de las cuales “probablemente un 50% son irregulares”, señaló Angulo, lo que significa que alrededor de 8 mil familias se encuentran bajo riesgo laboral e inestabilidad económica. Sin embargo, como los pescadores no pueden dejar de pescar porque de ello depende la superviviencia familiar terminan por arriesgarse al decomiso de su producto y de su embarcación en cada salida a alta mar.


Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <https://i2.wp.com/vocescruzadasbcs.mx/wp-content/uploads/2015/10/Rivas_A-05-615x411-300x200.jpg?resize=800%2C533>


V. DESAFÍOS

El especialista en actividades pesqueras Hernán Ramírez Aguirre, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, sostiene que en la actualidad los pescadores experimentan diferentes retos que les dificultan y demandan desde otra visión el encontrar en la pesca, además de un trabajo, un modo de vida digno.

Siendo los principales el equilibrio entre la explotación y la sustentabilidad marina; el respeto a sus derechos como habitantes y trabajadores de las costas frente a la presión inmobiliaria; la marginación gubernamental así como el empoderamiento y la organización comunitarias para lograr su propio fortalecimiento, no sólo como sector de actividad económica, sino también como parte de la historia y vida cultural de la entidad.

Ramírez señala que “los pescadores forman parte de la sociedad sudcaliforniana y su conocimiento sobre el mar, relatos y costumbres forman parte de la identidad local y nacional”. Por lo que, “debido a que enriquecen culturalmente las regiones que habitan, debería ser una prioridad para los gobiernos y la sociedad mejorar sus condiciones”.


a. Extracción pesquera

La práctica de la explotación intensiva de las diferentes pesquerías a lo largo del tiempo sin un enfoque sustentable ha tenido como resultado la disminución de especies e incluso el riesgo de extinción en algunos casos, como el abulón en la Región Pacífico-Norte. A esta situación hay que sumar la contaminación de los hábitats marinos y de humedales así como los efectos del cambio climático que también impactan en la existencia y permanencia de dichos organismos.

La proporción de poblaciones explotadas a su máximo rendimiento en el país comprende más del 60% del total de los recursos y las que se encuentran en deterioro son aproximadamente el 20%19.

Es por eso que, como medidas de precaución y recuperación de las especies en peligro, el gobierno ha establecido periodos y zonas de veda y ha creado reservas marinas sujetas a planes de manejo. Sin embargo, estas medidas reguladoras podrían ir más allá, sobre todo si tenemos en cuenta que recomendaciones internacionales apuntan a la reducción de hasta un 30% en el esfuerzo de pesca20, lo que significaría desincorporar a trabajadores del sector pesquero.
Por tales motivos es que los pescadores enfrentan una doble presión. Por un lado, disminuir las capturas así como cuidar y proteger el ambiente y, por otro, conservar sus empleos dentro de un mercado que demanda productos del mar. 

En la península de Baja California y en Baja California Sur son diversas las especies mencionadas en la Carta Nacional Pesquera que se encuentran al límite de la sustentabilidad así como en las que se recomienda no incrementar el esfuerzo pesquero. En algunos casos las pesquerías van en declive, como en la de abulón; en otras como el callo de hacha, langosta, camarón, túnidos y pelágicos menores se puede observar que persisten los considerables volúmenes de captura21.

Una modalidad pesquera especial que se realiza en Baja California Sur es la llamada deportiva-recreativa que se destina principalmente para promover el turismo. A este rubro se encuentran destinadas especies como el marlín, el dorado y el pez espada cuya captura está restringida a un ejemplar por pescador al día dentro de una franja costera de 50 millas.

Sin embargo, según lo menciona la misma Carta Nacional Pesquera, la incorporación de nuevas embarcaciones deportivas y yates, así como la renovación y readaptación de otras preexistentes en los polos de desarrollo turísticos “pudiera repercutir en la sobrestimación de los niveles de abundancia”22 de las poblaciones pesqueras. Lo anterior sobretodo por la captura explosiva de marlín rayado en la zona de Los Cabos que en 2007 y 2008 llegó hasta los 60 mil ejemplares.

Este último aspecto es relevante, porque se considera a los pescadores como los responsables de la sobreexplotación de los mares. La responsabilidad de esta problemática es más amplia, es decir, incluye acciones y omisiones por parte de los gobiernos así como por parte de los comercializadores y los consumidores.

La descoordinación en las acciones de prevención así como el incumplimiento de reglamentos por parte de las mismas instituciones gubernamentales son una causa importante en la explotación marina descontrolada en el país. Como en el caso de Bahía Magdalena, donde los pescadores exigen el cumplimiento de acuerdos en la pesca de sardina para que sean solo 6 barcos de 100 toneladas los que se permitan y no los 15 que existen actualmente23.

Constantemente los pescadores locales refiern que los barcos provenientes de Sonora, Sinaloa y Baja California “están depredando los mares de Baja California Sur”, porque “no son nada más sardineros, son de pesca múltiple. Capturan camarón, curvina, botete, sierra, calamar, tiburón y picudos (marlín)”.

b. Desarrollo inmobiliario y empoderamiento comunitario, el caso de Cabo Pulmo

Una situación particular que está cambiando la relación del pescador con su entorno social, ambiental y cultural, es la que tiene que ver con el sector inmobiliario. Las familias de pescadores están siendo desplazadas poco a poco de sus playas y zonas de pesca porque los inversionistas buscan construir en ellas grandes hoteles y lujosos complejos residenciales.

Son diferentes las maneras en las que se pueden adquirir predios cercanos a las costas. Una de ellas es la simple compra-venta sin embargo también se han documentado invasiones y despojos debido al elevado precio de las tierras, las que se cotizan en millones de dólares24. Como consecuencia, las familias de pescadores están siendo expulsados de sus lugares de origen, o bien, los lugares de paso hacia donde tradicionalmente trabajan se encuentran cercados con letreros de “Propiedad Privada”, situación que los obliga a buscar zonas de pesca alejadas, desconocidas y por lo tanto inseguras.

Bajo este panorama los pescadores comienzan a replantearse su permanencia en esta ocupación laboral, es por eso que se animan a buscar “trabajo en tierra”, aunque desarrollar un empleo distinto al que han hecho toda su vida no sea tarea sencilla.

José Antonio Méndez Camacho, ex pescador de la Bahía de La Paz, dejó la pesca para trabajar como encargado del área de Pescados y Mariscos de un supermercado local. Mencionó que el nivel de estudios y la edad fueron los principales requisitos para ser contratado.

Los pescadores enfrentan condiciones de vulnerabilidad al trabajar en una ciudad. La mayoría cursa estudios hasta el nivel secundaria y en los jóvenes existe rezago tecnológico además de que sus estrategias de relacionarse con las personas son distintos porque las familias de pescadores son muy unidas y los vínculos que construyen entre sí son muy fuertes a diferencia de las relaciones sociales de los vecindarios urbanos, que se enfrentan a la gentrificación, al incremento de la delincuencia y a su asimilación como sociedad de consumo.

Me tuve que adaptar al equipo de trabajo, con tus amigos o familia puedes bromear, acá debía guardar más respeto, ser más serio, la forma de expresarme tenía que ser la más educada. También extrañé ser más libre, porque pescando no tenía horarios si la pesca era buena, en mi nuevo trabajo sentí una mayor obligación pues tienes un jefe o superior que obedecer”, relató Méndez Camacho.

No todos los pescadores o hijas/os de pescadores logran emplearse dentro de las ciudades debido a la falta de políticas sociales, económicas, laborales y culturales que les aseguren una inserción adecuada.

Méndez Camacho se siente agraciado por contar con un trabajo pero además porque aprendió nuevas habilidades como hacer inventarios, manejar una caja registradora, operar una computadora así como conocimientos en administración y gastronomía. Actualmente trabaja en el área de Control de Productos de un restaurante de mariscos en La Paz y puntualiza con orgullo: “todavía sé pescar, no se me ha olvidado”.

A los pescadores jóvenes que están pensando dejar el oficio les aconsejó “que se preparen en leer y en escribir. Terminen sus estudios. Tienen que echarle muchas ganas por que además tendrán un patrón que les dirá qué y cómo hacer las cosas. Deberán ser responsables. Sobretodo tienen que ser buenos para escuchar, porque sólo así podrán aprender”.

Existen experiencias de comunidades pesqueras en Baja California Sur como la de Cabo Pulmo, donde sus integrantes se organizaron para conservar sus tierras, sus trabajos y proteger el preciado entorno natural que consideran debe ser disfrute de la ciudadanía.

La comunidad pulmeña vive en las inmediaciones del Parque Nacional Cabo Pulmo (PNCP) que abarca 7 mil 111 hectáreas de zona marina y playas al sur de la entidad. El Parque fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés) y además es un humedal protegido por la convención Ramsar debido a que resguarda el arrecife de coral más grande del Golfo de California y, posiblemente, el más antiguo del Pacífico Nororiental.
 
En 2008 los pobladores se enteraron que se pretendía la creación de un gran desarrollo turístico llamado “Cabo Cortés” a tan sólo 15 kilómetros del Parque. Los planes incluían la ocupación de 3 mil 800 hectáreas de tierra para la edificación de 30 mil habitaciones (hoteles, condominios, residencias), una marina con 490 posiciones, áreas comerciales y dos campos de golf.
La rápida toma de conciencia de las familias de pescadores así como la movilización de científicos y sociedad civil logró frenar en 2012 la construcción del complejo turístico y residencial que amenazaba la sustentabilidad del lugar. En ese año, el mismo presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa declaró en rueda de prensa que Cabo Cortés “no demostraba de manera clara e indubitable su compatibilidad con la preservación del ecosistema y el parque nacional Cabo Pulmo” 25.
Auxiliados por Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), como Amigos para la Conservación de Cabo Pulmo, A.C. (ACCP), los 180 habitantes de Cabo Pulmo han podido fortalecer su organización y capacitarse para exigir que sus necesidades sean escuchadas y tomadas en cuenta por las autoridades de los tres niveles de gobierno.
En la búsqueda por lograr un equilibrio natural con el arrecife y las especies marinas del lugar los miembros de la comunidad pulmeña, que originariamente se dedicaban a la pesca artesanal, decidieron ocuparse como prestadores de servicios turísticos. “Me gustaba mucho pescar. Al inicio no estaba de acuerdo con la conservación, pero me fui metiendo poco a poco y me gustó cuidar lo que hay. Vale la pena, porque antes no sacábamos nada, ahora los cardúmenes de peces no te dejan ver”, comentó “El Milo”.
La articulación familiar que existe entre los integrantes de la comunidad de Cabo Pulmo ha sido determinante en la nueva orientación de sus actividades. “Mi hermano Mario me dijo: aquí no vas a pescar y no vas a pescar. Yo estaba entercado, pero él me enseñó a ver las cosas. Me decía: allá hay un mero. Te van a dar 5 mil pesos por él si lo sacas, pero va a ser sólo una vez. Si lo dejas ahí, ese mero va a vivir y tú vas a llevar a los turistas a ver ese mero por muchos años. Y por muchos años tendrás un ingreso con el mero que quieres sacar. Esa fue una explicación muy fehaciente para mí que con humildad acepté”, relató este experimentado pescador.
El Milo” dice que el beneficio de proteger al Parque no es solamente para unos cuantos sino que, como es un criadero natural de peces, “éstos luego van a otras localidades pesqueras de la región aumentando su producción. Entonces, lo que yo estoy cuidando también ofrece beneficios a otros”, expresó.
Junto a su hijo “El Milo” administra una tienda de buceo con la cual ofrecen recorridos submarinos de esnórkel, pesca y kayak a turistas. Según comenta su nueva ocupación se ha traducido en una mayor estabilidad laboral, “vivo sin preocupaciones. Cuando la panga sale al mar es porque ya va ganando. Muy diferente es cuando eres pescador porque haces gasto (inviertes previamente) para ver si vas a encontrar algo”.
Desafortunadamente la cancelación de Cabo Cortés no significó que otros proyectos se vieran impedidos para explotar la zona. Así fue que en 2014 el proyecto “Cabo Dorado” solicitó la aprobación de la autoridad ambiental para construir 22 mil 500 cuartos en ocho hoteles y residencias multifamiliares, dos campos de golf así como solicitar la concesión de 4.5 millones de metros cúbicos de agua26 en el mismo lugar donde Cabo Cortés pretendía establecerse.
En esta última ocasión los promoventes del proyecto desistieron de su solicitud ante el gobierno debido a los cuestionamientos técnicos de científicos, comunidad y ONG’s, además de la presión mediática a la que se vieron expuestos.
Pese a este nuevo logro, en beneficio de los pobladores del Parque y de los habitantes del mundo que buscan disfrutar de la naturaleza de un lugar como Cabo Pulmo, la presentación de nuevas solicitudes está latente. Cabe mencionar que, además de hacer algunos cambios como los de nombres de proyectos así como en la participación de los inversionistas en el proyecto inmobiliario, los promoventes de Cabo Dorado contrataron como asesores a ex servidores públicos que hoy en día se dedican a procurar las ganancias de las corporaciones inmobiliarias27.
El Milo” asegura que los también llamados desarrolladores solamente buscan “hacer dinero e irse” dejando en cambio “problemas sociales” como “contaminación y escasez en los mantos acuíferos”. Recomendó a los pescadores o poblaciones que estén pasando por situaciones similares “no rendirse, pues de inicio nada es fácil. Tenemos que remarle, navegarle mucho para poder lograr todos los objetivos, pero sí se puede. Vean que se pudo en Cabo Pulmo”.
c. ONG’s y educación ambiental
Baja California Sur es un estado cuyos pobladores se preocupan por el cuidado de su ambiente. Por muchos años se consideró un lugar alejado del centro del país, dadas sus condiciones geográficas y climáticas la estructuración de grandes ciudades y polos turísticos comenzó hasta finales del siglo XX.
Gracias a este lento crecimiento su entorno marino y terrestre se preservó de manera natural, algo que su ciudadanía valora como una característica única que les ha proporcionado bienestar y calidad de vida. Sin embargo, el proceso de urbanización que ha ocurrido en las últimas décadas en Los Cabos y La Paz, principalmente, ha dado pie a la movilización ciudadana y de ONG’s que buscan mayor participación en la toma de decisiones gubernamentales para asegurar el desarrollo sustentable de la región.
El trabajo desarrollado por las ONG’s comprende diferentes rubros que incluyen la investigación, la educación ambiental y la organización comunitaria. Miguel Ángel Leal Jiménez, miembro de Alianza por un Planeta Verde, A.C., destaca que el trabajo con pescadores en educación ambiental es “fundamental para generar conciencia y crear seres responsables”.
Puntualizó que ésta debe contemplar a la comunidad como parte medular, la cual al mismo tiempo, forma parte de un entorno social, económico, político y cultural. “Más que nada, una comunidad educada ambientalmente busca un cambio social, siendo al mismo tiempo parte del mismo, logrando una especie de cogobierno”. En su opinión, lograr una concientización “implica un trabajo de largo plazo donde la comunidad se conozca a sí misma, conozca la situación en la que se encuentra, identifique sus fortalezas, tenga una visión de grupo, cuente con un programa de acción y refuerce sus lazos de pertenencia”.
Amigos para la Conservación de Cabo Pulmo es una de las ONG’s que se encuentra enfocada en el fomento de la educación ambiental y la participación comunitaria en las comunidades pesqueras. De iniciar en 2003 con un programa de protección a la tortuga marina, logró acompañar a los pobladores de Cabo Pulmo en su defensa contra “Cabo Cortés” y “Cabo Dorado”.
La directora de la organización, Paulina Godoy Aguilar, señaló que el trabajo se fue perfilando hacia el desarrollo local conforme las inquietudes de los pobladores, quienes buscan que Cabo Pulmo deje de ser una comunidad rezagada y sin servicios. Reconoció que el trabajo más arduo fue la construcción de una imagen futura del lugar por los mismos pescadores, en la que pudieran vivir en armonía con sus necesidades y las del entorno ambiental.
Los esfuerzos realizados por los pulmeños a través de reuniones y asambleas comunitarias han rendido frutos pues han terminado por definir que Cabo Pulmo debe ser apreciado como un destino ecológico, rústico y auténtico, que sintetizan como “santuario de mar, tierra y gente”.
Las familias de Cabo Pulmo se encuentran trabajando en hacer realidad su visión futura, iniciando por mejorar los servicios turísticos que ofrecen, así como en gestionar servicios públicos e infraestructura urbana para el lugar al mismo tiempo que evalúan alternativas productivas para aumentar la diversificación económica y por lo tanto, a largo plazo, obtener mayor autonomía económica.

Foto: Alejandro Rivas. Recuperado de <https://culturacolectiva.com/fotografia/un-viaje-hacia-el-interior-del-ser-humano-a-traves-de-fotografias-en-blanco-y-negro/>


VI. CONCLUSIÓN
Si bien las comunidades pesqueras del siglo XXI tienen frente a sí un panorama complejo, es cierto que existe una responsabilidad social y política de quienes gobiernan por mejorar sus condiciones de vida, pero también de reconocimiento, revaloración y respeto a sus tradiciones por parte de la sociedad, organizaciones ambientales y sector privado. Las familias pescadoras deberían tener la libertad de elegir su rumbo, sea éste permanecer en el ejercicio de la pesca o la búsqueda de nuevos horizontes laborales, no orilladas a circunstancias como la sobreexplotación de la naturaleza, el despojo de sus tierras o la pobreza, sino porque tal decisión es resultado de una reflexión interna de lo que es mejor para ellas y el entorno ambiental en el que viven.


1 Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Descubren anzuelos de primeros pescadores de BCS. <http://www.inah.gob.mx/boletines/14-hallazgos/4898-descubren-anzuelos-de-primeros-pescadores-de-bcs> [Consulta: mayo de 2014]
2 Rodríguez, R. (2002). Cautivos de Dios. Los cazadores-recolectores de Baja California durante la Colonia. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS): Instituto Nacional Indigenista (INI): México. p. 25
3 Instituto Nacional de Ecología (INE). Golfo de California. <http://www2.inecc.gob.mx/publicaciones/libros/619/california.pdf> [Consulta: Junio de 2014]
4 Lluch, D. y Hernández, S. (Coords.). (2006). Desarrollo sustentable de la pesca en México. Orientaciones estratégicas. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor): Senado de la República, LIX Legislatura: México. p. 108
5 Ibíd., p. 109
6 Green, J. La pesca ribereña en la costa oriental de Baja California Sur: contexto histórico-legal y trascendencia social, 45 pp. Agradecemos al autor por haber facilitado este artículo que aún no está publicado.
7 Chenaut, V. (1985). Los Pescadores de Baja California. Serie: Los Pescadores de México (Costa del Pacífico y Mar de Cortes), Vol. 2. CIESAS: Museo Nacional de Culturas Populares: México.
8 Estes, D. (1977). “Kondo Masaharu and the best of all fisherman”. En The Journal of San Diego History. Summer, volumen 23, number 3. <http://www.sandiegohistory.or/journal/77summer/kondo.htm> [Consulta: Abril de 2012]
9 Green, Op. Cit.
10 Historia de la Cooperativa Pesquera “California de San Ignacio, S.C.L.”. <http://www.californiadesanignacio.com/esp/index.php/nosotros/joomlaspanishorg> [Consulta: Noviembre de 2014]
11 López, J. (2007). “Capítulo X. El desarrollo pesquero en los cincuenta y sesenta”, en Panorama del derecho mexicano. Derecho pesquero. McGraw-Hill: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM: México, D.F. <http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/4/1914/13.pdf> [Consulta: Junio de 2014]
12 Primer informe de gobierno del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Adolfo Ruiz Cortines. <http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/7/3353/11.pdf> [Consulta: Junio de 2014]
13 Martínez, José (2002). “Treinta años de economía en BCS (1960-1990)”, págs. 527-570. En Trejo Barajas, Dení (Coord.) Historia General de BCS. Volumen I. La economía regional. Plaza y Valdés: UABCS: Secretaría de Educación Pública de BCS: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): México.
14 Herrera, C. “Ante Calderón, el sector pesquero se declara en agonía y reclama apoyos” en La Jornada, jueves 22 de febrero de 2007. <http://www.jornada.unam.mx/2007/02/22/index.php?section=politica&article=012n1pol> [Consulta: enero de 2015]. “A Ocean Garden no le llegan al precio” en Panorama Acuícola Magazine, 14 de noviembre de 2005. <http://www.panoramaacuicola.com/noticias/2005/11/14/a_ocean_garden_no_le_llegan_al_precio.html> [Consulta: enero de 2015]. Posada, M. “Venden Ocean Garden a tres empresas mexicanas” en La Jornada, viernes 25 de noviembre de 2005. <http://www.jornada.unam.mx/2005/11/25/index.php?section=economia&article=036n2eco> [Consulta: mayo de 2014]. Falcón, E. “Pescadores de abulón de BC salen a flote” en CNNExpansión, 29 de abril de 2010. <http://www.cnnexpansion.com/expansion/2010/04/28/la-union-hace-la-venta> [Consulta: enero de 2015]
15 Lluch, Op Cit. págs. 18, 20-22 y 31.
16 Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI). PIB y cuentas nacionales en México <http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/pibe/> [Consulta: junio de 2014]
17 Green, Op. Cit.
18 Steinbeck, J. (2001). La Perla. Ediciones Zaplana: México, D.F. págs. 31-32
19 Lluch, Op. Cit., págs. 14-15
20 Ibid
21 Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) e Instituto Nacional de Pesca (Inapesca). Carta Nacional Pesquera, 2012. <http://www.inapesca.gob.mx/portal/documentos/publicaciones/CARTA%20NACIONAL%20PESQUERA/24082012%20SAGARPA.pdf> [Consulta: Junio de 2014]
22 Carta Nacional Pesquera. Op. Cit. pág. 59
23 López, J. “¡Incumplen Mareden y pesquera México!” en El Sudcaliforniano, lunes 24 de mayo de 2014. <http://www.oem.com.mx/elsudcaliforniano/notas/n3333166.htm> [Consulta: mayo de 2014]
24 Fernández-Vega, C. “Foco rojo en BCS por venta de terrenos” en La Jornada, martes 6 de marzo de 2007. <http://www.jornada.unam.mx/2007/03/06/index.php?section=opinion&article=022o1eco> [Consulta: mayo de 2014]. Ortiz, T. “Baja California Sur, segundo lugar nacional por delitos de despojo” en La Tijereta, julio de 2010. <http://latijeretabcs.blogspot.mx/2010/07/baja-california-sur-segundo-lugar.html> [Consulta: mayo de 2014]. Valiente, C. (2010). Baja All Exclusive: La otra cara de los desarrollos turísticos en sudcalifornia. <http://vimeo.com/25102507> [Consulta: mayo de 2014].
25 Cruz, Á. “Cede Calderón: ordena la cancelación del desarrollo turístico Cabo Cortés” en La Jornada, sábado 16 de junio de 2012. <http://www.jornada.unam.mx/2012/06/16/politica/002n1pol> [Consulta: mayo de 2014]
26 “Empresa china y gobierno de México reviven el Cabo Pulmo de FCH” en Sin Embargo, 24 de marzo de 2014. <http://www.sinembargo.mx/24-03-2014/942087?fb_action_ids=724565474230452> [Consulta: mayo de 2014]
27 Méndez, E. “Fox cabildea proyecto turístico por el que temen catástrofe ambiental” en Excelsior, 21 de mayo de 2014. http://www.excelsior.com.mx/nacional/2014/05/21/960495 [Consulta: junio de 2014]